esa noche me sentí como una reina

mientras el champagne impregnaba mis venas y el aroma a levedad saciaba mi sed. La oscuridad inventó un viaje con fecha de caducidad y yo lo agarré sin apenas respirar. Navegué en el frenesí de la noche, bailé entre el humo que deambulaba en un impasse. Por momentos ese humo intoxicado era yo.Lo único que deseaba es que la noche no terminara. ¡Qué loco! Sólo deseaba que esas horas fueran eternas, sin preocuparme por el mañana. Y volar...

Una noche delirante que terminó en una frenética tormenta, pero fue una linda tormenta que no impidió en ningún momento, caminar bajo la lluvia. Mi cabello se transformó en una cascada de rulos, mi vestido entallado y empapado no opacó mi elegancia.
No, esa noche no. Deseaba sentirme elegante y feliz. Una felicidad absurda, porque las cosas buenas siempre tienen un apresurado final. Y el vacío podía llegar en cualquier momento, imprevisiblemente.

Llegué a casa, fumé el último cigarrillo de la noche, me acosté mientras el alcohol secaba mis venas. Tan sólo anhelaba permanecer en la levedad porque el mañana se acercaba con sobrepeso. Temerosa de nuevo, no quería despertar.Y llegó la maldita hora del final... ¡Y que coño, esa noche me sentí reina!

Susúrrame

Susúrrame al oído que el mañana es una farsa y que pasará sin más al despertar
que ya no hay pasados que atormenten ni futuros que remar.

Acaríciame el rostro y no me dejes dormir. Que mis ojos no claudiquen. Por favor, no me dejes ir.

Susúrrame al oído que las más altas montañas me atenderán y que el tren me guardará un lugar. Mis alas deciden reposar y yo permanezco en la levedad.

Escucha mis secretos sin apenas preguntar.

Invéntame un pedazo de vida en esta oscuridad

Volver sobre las pisadas del tiempo

Caminé lentamente sumergida en una nostalgia de aquello que dejé atrás. Un dolor agradable y agudo empezó a crecer en mi estómago.

Sublime experiencia. Demasiado profunda para vivir el olvido.

Llegué a la sala de espera con el anhelo de partir. Quise huir lejos, muy lejos. Mi mente empezó a divagar sumergida en el delirio. Reviví el recuerdo con el anhelo de retroceder en el tiempo hasta llegar justo a esos momentos mágicos.

Instante por instante recordé sensaciones y a partir de las sensaciones, palabras... palabras que se comían las unas a las otras...

Comprendí que es absurdo volver sobre las pisadas del tiempo

Instante por instante lloré.
(foto: sebas mealla)